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viernes, 24 de julio de 2009

ARBA ante los incendios


Un diminuto punto blanco en medio de una enorme masa de humo…………

Una gigantesca montaña, toda una sierra, aplastada por un voraz fuego que la devora cada pocos años………….

En la foto vemos como la Sierra Cabrera, la castigada sierra almeriense, arde una vez más en un pavoroso fuego que se lleva la vida por delante. La de hombres y la de los vegetales y animales. El fuego que arruina el suelo. El fuego que todo lo puede.

En este cálido verano se nos están quemando todos los parques y espacios naturales: Sierra Cabrera, Els Ports de Beceite, Poyatos, Mequinenza, …..y lanzamos a los bomberos a apagar estos fuegos. David contra Goliat.

Desde pequeñitos se nos ha repetido incesantemente una mentira que de tanto oírla todos hemos creído: el monte mediterráneo es pirófito y necesita el fuego para regenerarse. Es una memez. Ningún ecosistema leñoso necesita el fuego para seguir existiendo. Muy distinto es que después del incendio algunas especies vegetales puedan rebrotar o dispongan de semillas adaptadas al fuego. Pero aún así deberán pasar al menos 600 años hasta que el lugar quemado vuelva a recuperar la fisonomía que tenía antes del incendio,…pero eso si la recupera. La Península Ibérica ha perdido bajo el fuego de miles de años casi toda su masa forestal original y esta no se ha regenerado. En su lugar aparecen grandes espacios pelados que se vuelven esteparios. El rico suelo que formaba arroyos y ríos con abundante pesca cuando los fenicios vivieron en Almería hace mucho que despareció. Hoy sólo quedan los anzuelos que los arqueólogos sacan de los cauces secos.

Hemos arrasado nuestros montes, mejor dicho, han arrasado nuestros montes. Lo poco que queda lo están quemando por los cuatro costados y todavía tenemos que escuchar frases como que “el monte mediterráneo necesita los incendios”. Es como decir que un niño necesita que le peguen para estudiar. Es una barbaridad. El monte es como es, un espacio natural lleno de vegetación, denso, impenetrable, surcado por las veredas de los animales que lo habitan, lleno de vida, lleno de especies diferentes. Lo contrario no es monte, es sólo una etapa de degradación.

Hay otras cosas que no son monte, son espacios usurpados al monte. España arruinó millones de hectáreas en el pasado eliminando la vegetación natural para instalar monocultivos con fines comerciales. En pocos años el paisaje cambió para siempre. Ahora esas masas de astillas clavadas en la tierra han dejado de ser comercialmente rentables y han sido abandonadas. Miles de árboles crecen muy juntos unos de otros. Sus ramas secas y su pinocha cubren el suelo y entorpecen los movimientos. Son pura yesca esperando al furtivo.

El monte no necesita que lo limpien como si estuviese sucio. El monte es monte. Los monocultivos sí están sucios. Sí están abandonados. Los que los plantaron los han abandonado. Y se queman como la paja, como lo que son, sólo cultivos abandonados.

Hoy ha muerto otro bombero en Teruel. No tiene que morir nadie más.


¿Hasta cuando lo de siempre?

Este año, como cualquier otro, los incendios se están cebando con nuestros montes, y como cada año una cohorte de periodistas y comentaristas radiofónicos y televisivos repiten la misma cantinela: “el fuego se apaga en invierno”, seguidos de los políticos de turno. ¡¡Que poco saben, o quieren saber, ellos lo que es un bosque!!.

El fuego se apaga aplicando, cumpliendo y mejorando las leyes medio ambientales existentes. No puede ser que éstas se las pasen por las entrepiernas, que las cambien o las obvien según intereses.

Muchos de los últimos incendios que se han producido esta última semana han sido causados por trabajos y quemas agrícolas de alto riesgo, como el de Álava o por “ciertos intereses” como los de Poyatos en Cuenca o el de los Parques Naturales de La Cabrera y Els Ports de Beceites.

Tiempo al tiempo, dentro de poco los reyezuelos cristianos de los municipios afectados empezarán con recalificaciones de terreno y las administraciones autonómicas o central a contarnos que esas zonas hay que repoblarlas, claro con pinos, a pesar de que la Ley lo prohíba.

Nosotros protestaremos y los “expertos” forestales además de estar encantados con esos planes de plantación de cultivos, para justificarse, nos dirán que somos unos ignorantes.

El cuento de siempre. Pero esto ya se tiene que terminar, tantos años con ese cuento cansa.

Un arbero un arba, un arba un bosque, un bosque no es un cultivo.

Un arbero una voz, una voz un paso, un paso un cambio.

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